miércoles, 24 de marzo de 2010

Comunicación y Desarrollo

Nuestro planeta está siendo sometido a una feroz agresión producto del desarrollo concebido hasta ahora, notamos día a día como la ola de calor nos afecta, el calentamiento global, en cuanto al hombre y la sociedad, vemos un crecimiento acelerado en las interacciones sociales, un inusitado aumento del uso de recursos naturales, incluso agotamiento de alguno de ellos, incertidumbre e improvisación, paradójicamente, con una enorme cantidad de información disponible imposible de procesar por un ser humano. Intuitivamente, pensamos que nos encontramos en la finalización de una era que puede llevar al ser humano a su desaparición, ante este panorama, surgen las preguntas: ¿Seguimos viviendo como seres irracionales y nos condenamos a morir? o ¿Decidimos vivir como seres humanos?

El modelo de desarrollo imperante obedece a un conjunto de valores, creencias, acciones y decisiones que hemos establecido como seres activadores del desarrollo y como sociedad, donde el objetivo último no es el ser humano, sino lo económico, satisfacer necesidades individuales obviando lo colectivo, donde lo más ético ha sido obtener rentabilidad económica en cualquier acción sin importar lo humano. El ser humano ha sido de este modo “invisibilizado”.

Esta realidad es posible cambiarla, la nueva era exige de nosotros volver a nuestra condición de humanos, caracterizada por la solidaridad, la cooperación, la conciencia del deber social y la justicia social, valores esenciales del ser humano, es fundamental constituir un tejido colectivo, comunal, capaz de responder a los retos y desafíos que imponen las necesidades de cambio, es decir, un colectivo de aprendizaje. En esencia, se requiere cambiar nuestra manera de comunicarnos y olvidarnos del concepto clásico mecanicista de la comunicación “transmisión de información desde un emisor hasta un receptor”, este modo de comunicación debe estar fundamentado en la observación, el escuchar y el interpretar para comprender que ocurre en esa realidad, y por el otro lado, analizar los sentimientos, las emociones y las acciones que surgen en los actores sociales que proponen los cambios y que han de ocurrir para la transformación social, de modo pues, que la complejidad social debe ser entendida e interpretada como tal y aprovechada en esa dimensión para obtener soluciones colectivas, creativas y sostenibles a los problemas de una comunidad.

Este modo de convivencia demanda el reconocimiento del otro (el amor), la convivencia nos lleva a aprender y saber colectivamente, esta educación responsable, nos lleva a la transformación social, colectiva, participativa y protagónica. Ahora, podemos concluir, que el amor en la familia en convivencia con la comunidad es la base fundamental de la nueva sociedad que buscará el desarrollo sustentable y sostenible de su territorio.